Apurate pues hijita, tu padrino ahorita ya va a estar llegando y tú no vas a estar lista.

- Mi padrino. Pucha, qué aburrido. Y hasta huele a trago. Aunque a veces es bien chistoso, como cuando se pone el pedacito de naranja en los dientes y parece hasta un vampiro y todo. Me hace reír. Pero me gustaría quedarme mejor aquí con la Mónica que tiene un jueguito de té nuevo que su mami le ha regalado el otro día por ser bien educada.

- Juanita, hijita, no te olvides de ponerte los lacitos rosados que a tu padrino le gustan mucho como te quedan, que si no se va a molestar conmigo y no quiero que me ponga cara larga que se ve bien feo con cara de burro. ¡Huy!, no, qué digo, que si me oye, Virgencita protégeme!.

- Cara de burro, si la tiene todo el día mi padrino. Pero igual no más, mi mami lo quiere, aunque a veces se molesta bien fuerte con él, sobre todo cuando el padrino se mete al cuarto con la Chari, pero después le trae unas flores y ella se ríe, lo abraza y le da besitos en la cara. Y se pone como grandote, la trata de alzar y ella grita felicísima. Y después a mí me dan unos dulces chilenos que hacen doler esa muela que dicen que tengo picada. Y ellas se ponen celosas, sobre todo la Chari, que dice que es su amiga, pero furiosa le tira la puerta y todo.

- Juanita, reinita ¿dónde pusiste la botellita de perfume que te regaló tu padrino el día de tu cumpleaños?. Debe de estar por aquí, encima del ropero, creo, que unas gotitas siempre le caen bien a una chica aunque tú seas todavía muy chiquita, mamita linda.
- Buajj. El perfumito. Si el otro día se lo puse a mi muñeca Carolina, y casi la tuve que lavar porque apestaba a esas flores que mi mami lleva al cementerio cuando vamos a ver el nicho de mi abue, que está rodeada de angelitos en el cielo. Y a mí me da un poco de tos cuando siento ese aceite pegajoso y a escondidas me voy al baño y me froto bien fuerte con la toalla.

- Juanita, vida, no te olvides de saludarlo a tu padrino con un besito en la mejilla, que le gusta mucho, es que, como sabes, es muy buena gente y si no fuera por él no podrías ir al colegio de las monjitas que te quieren tanto . Apurate reinita que en un momentito tu padrino toca la bocina y no quiero que todas miren curiosas por las ventanas.

- Mi mami y mi papi están en el cielo, murieron en un accidente cuando yo era chica y ahora vivo con mi tía. Eso es lo que digo a las monjitas y a todas las chicas del cole, pero no al curita con el que me tengo que confesar porque si miento me voy al infierno derechita. Y siempre me manda unas oraciones que tengo que decir bien arrepentida, aunque no soy responsable del pecado de los demás y no sé muy bien qué es eso, pero no me responde nada el curita cuando le pregunto. Y no me gusta besarlo al padrino porque me pica su bigote, lo tiene manchado y puajj, puajj,. Pero mi mami dice que es bien bueno y a mi me gusta sentarme en su auto grandote y el olor de los asientos es bien rico. Mi padrino cambia de auto seguidísimo y los nuevos que trae son más lindos todavía, ya que huelen a nuevitos. El más bonito fue ese al que se le quitaba el techo y mi pelo volaba y sentía que estaba en las nubes y mi padrino se reía bien fuerte diciéndome a gritos que iríamos a ver a los pajaritos. Pero la siguiente vez ya lo había cambiado y mi mami me contó medio molesta que ni tiempo había tenido ella de subirse al auto. Ya se lo habían cambiado por otro, donde trabajaba.

- A ver cómo está mi reinita linda, pero si pareces casi salida de un cuento de la tele, dejame que te arregle el lacito aquí, eso es mi amor. Las otras chicas se mueren cuando te ven salir así de bonita con tu padrino, pero yo no les hago ni caso, bien envidiosas que son, pero pobres, ellas no tienen más que a sus chicos y a su parentela, que está lejísimos, y no como yo que, solita no más estoy, pero bien contenta, ya que mi reinita está conmigo y tu padrino nos ayuda bien harto.

- Me tengo que apurar no más, ya llega mi padrino y tengo que estar lista abajo en la salita esperándolo. A estas horas no hay nadie pero, en la tarde, cuando regreso colorada del sol de la quinta a donde vamos a almorzar, ya hay bastante gente, los chicos de las chicas, que las están esperando con cara de tontos. Y apurada me tengo que ir de frente al pequeño departamentito que tenemos con mi mami en el fondo del tercer patio de la casa y ahí me quedo jugando con mis muñecas o viendo la tele, porque a mi mami no le gusta que salga en la noche. A veces viene mi amiga Mónica y juntas nos quedamos hablando hasta quedarnos dormidas. Un día salimos en la noche a investigar lo que había en los otros patios y vimos a las chicas bailando muy pegaditas a sus chicos, que cambian todos los días, pero nos pescó la doña Agusta y a cocachos y pellizcos nos llevó adentro y amenazó con acusarnos a nuestras mamis y que el demonio se lleva a las niñas que ven sin ser vistas por sus mayores. Nosotras nos asustamos muchísimo y lloramos y no contamos nada. Algunas noches tratamos de espiar, aunque muertas de miedo. No somos tontas ni nada de eso.

- Hijita, a ver, dejá que te vea, hay pero qué linda que está mi princesita, si eres igualita a tu abuela cuando tenía tu edad. Dame un besito y abrazame fuerte que siempre me pongo un poquito triste cuando te vas, aunque sea un rato ¿sábes?, cuando ahorre un poco de plata nos iremos juntas donde tu tío Julián en Mayami, bien lejos de aquí, y podrás estudiar y tener todas las muñecas del mundo porque allí casi crecen en los árboles y ya no tendrás que quedarte en el patio del fondo y no saldrás con tu padrino, que yo sé a ti no te gusta mucho y seremos felices y yo ayudaré al Julián en su tienda, que dice que vende comida boliviana a todos los paisanos, e iremos a ver películas y tu tendrás amiguitos rubiecitos.¡El timbre!. A ver Juanita, ¿me veo bien?. ¿Estoy arreglada?.

- Si mami, nos iremos juntas y felices....... pero yo sé que es mentira, ilusiones tuyas, porque nunca tenemos plata y tu siempre dices lo mismo. Y a ti te gusta el padrino. Te arreglas y te pones linda cuando suena el horrible timbre derramando después unas lagrimitas cada vez que él te deja. Y la verdad es que yo no me quiero ir porque los gringos no me gustan. Extrañaría a las monjitas de mi colegio y al curita de las penitencias y a las calles que me llevan hasta la puerta de entrada de la iglesia. Mami, nunca nos iremos a Mayami.